Synergy, tabaco y salud

julio 25, 2010

En el grupo de investigación en eHealth de bdigital no llevamos ni un año con el proyecto europeo BrainAble y acabamos de recibir otra buenísima noticia que afianza nuestra actividad en investigación para los próximos años. Nos acaban de informar que ha sido aprobado el proyecto europeo Synergy que presentamos como coordinadores junto a un equipo de gala formado por los siguientes socios:

– Fundació Privada Barcelona Digital Centre Tecnològic (coordinador)
– Biomax Informatics AG (Alemania)
– Linkcare Healthservices S.L. (España)
– Consorci Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (España)
– Karolinska Institute (Suecia)
– The Chancellor, Masters and Scholars of The University of Oxford (Reino Unido)
– The University of Birmingham (Reino Unido)
– Infermed Ltd. (Reino Unido)
– Technical University of Budapest (Hungría)

Synergy (Modelling and simulation environment for systems medicine) integrará modelos informáticos para replicar la fisiología humana, usando como caso de estudio la clase de enfermedades denominada COPD (chronic obstructive pulmonary disease) o EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). El proyecto, que pasa por la fase de negociación con la Comisión Europea en septiembre, ha conseguido 14.5 puntos sobre 15 y se ha posicionado tercero de más de 120 proyectos evaluados. Synergy se desarrollará en 36 meses y cuenta con un presupuesto de 4.6 MM de euros de los cuales 940.000 corresponden a la aportación en I+D de bdigital.

Estamos realmente de enhorabuena ya que podemos contar ahora con 3 magníficos proyectos de investigación (BrainAble, Rehabilita y Synergy) y esto es sin duda una merecida recompensa a la perseverancia del equipo de investigación en eHealth.

¡¡¡ Felicidades de nuevo, equipo !!!

Pero, ¿qué es la EPOC? Es una clase de enfermedades que se caracteriza por la presencia de liquido que causa obstrucción o limitación crónica y no completamente reversible en el flujo aéreo pulmonar. Dentro del término EPOC se incluyen fundamentalmente dos enfermedades: enfisema y bronquitis crónica. No es un tipo de enfermedad de poca relevancia. La mortalidad global de la EPOC estaba en la sexta posición con 2.2 millones de muertes en el año 1990, 5 millones de muertes en el 2004 y se prevé una tendencia en ascenso hasta la 3ª causa de muerte en el 2020. Así que por un lado trabajaremos en uno de los problemas de salud más graves que hay en el planeta, pero por otro lado, como la EPOC está causada fundamentalmente por una respuesta crónica al humo del tabaco, trabajaremos básicamente en favor de los fumadores. Y, dado que la investigación a llevar a cabo no es de tipo preventivo sino reactivo, hay mucho espacio para la controversia. Controversia porque, ante un problema como el tabaquismo, que en España causa la muerte prematura de decenas de personas al día y limita la calidad de vida de miles de personas y sus familias, muchas personas se atreven a opinar desde la más completa ignorancia.

En una democracia se pueden comprender (y compadecer) posiciones basadas en la ignorancia o la ingenuidad de personas que por falta de información, o por carencias educativas, expresan sin pudor sus opiniones respecto a factores que amenazan gravemente la calidad de vida de toda la población. La responsabilidad de opinar de forma fundamentada sólo recae en quienes se han dedicado a estudiar y analizar a fondo un problema. Si un inmueble se hunde y causa la muerte de 14 personas, los testigos, los vecinos, los transeúntes podrán opinar sobre las razones de tal desgracia. Pero a ningún arquitecto se le ocurrirá hacer un informe y opinar sobre las causas del derrumbe sin antes haber valorado a fondo los factores que hayan podido generar el problema.

Llama la atención que muchas personas no se molesten antes de opinar en conocer siquiera superficialmente los factores que han contribuido a que el consumo de una sustancia disponible desde hace milenios en América del Sur, y desde hace 500 años en Europa, se haya convertido (durante la segunda mitad del siglo XX) en la primera causa de muerte evitable. El tabaco mata a más de cinco millones de personas cada año en el mundo, el mismo número de fallecimientos que causan juntos el sida, la malaria y todas las enfermedades infantiles vacunables. En España el consumo de tabaco causa diez veces más muertes que los accidentes de tráfico, otro grave problema que, desafortunadamente, la sociedad no está exigiendo que se aborde con la seriedad y el rigor necesarios.

¿De dónde salen estos datos? En este año se cumplen cincuenta y seis años de la publicación del primer estudio que identificó al tabaquismo como la primera causa evitable de mortalidad en nuestra sociedad moderna. Las hipótesis de las que partía el profesor Richard Doll, catedrático de la Universidad de Oxford (socia del proyecto Synergy), al acometer la investigación no contemplaban esta posibilidad en absoluto. Se había observado un incremento espectacular de la mortalidad por cáncer de pulmón entre los médicos británicos, y el Dr. Doll y sus colaboradores se plantearon una serie de hipótesis como potenciales factores causales de dicho incremento. Entre otras, aventuraron como hipótesis: la contaminación industrial y el asfaltado de la mayoría de las vías públicas urbanas a mediados del siglo pasado. Sin embargo, a medida que avanzaba la investigación, fueron descartando todas las hipótesis iniciales, encontrándose con algo que no esperaban: el consumo de tabaco como principal factor causal del incremento observado en la mortalidad por cáncer de pulmón. Estamos hablando del mismo Dr. Doll que, en los años 80, contribuyó, por encargo del Gobierno español, a clarificar las causas de la lamentable epidemia de síndrome tóxico por aceite de colza desnaturalizado.

En el curso de este medio siglo de continuas investigaciones, se han ido acumulando estudios experimentales y observacionales que han logrado cuantificar de forma precisa los efectos del tabaco sobre la salud. Más de 25 millones de personas-año de observación de fumadores, ex fumadores y nunca fumadores han proporcionado una sólida evidencia científica sobre la magnitud de los riesgos asociados al consumo de tabaco. Grandes estudios de seguimiento de amplios grupos de población realizados en el Reino Unido, Estados Unidos de América, Canadá, Japón y Suecia muestran de forma consistente la magnitud del riesgo de enfermedad y muerte asociado al consumo de tabaco, la relación dosis-respuesta, el papel relevante de la edad de inicio y la duración de la exposición, así como la disminución del riesgo tras el cese del consumo. También en España, donde, por cierto, disponemos de un buen sistema de control epidemiológico, que nos permite realizar el estudio y seguimiento riguroso de las causas de morbimortalidad. El cálculo de las muertes por tabaco lo hacen los expertos en epidemiología mediante la utilización de un indicador bien conocido y estudiado, que es la fracción atribuible de mortalidad por tabaco (FAT). Este indicador representa, para cada causa de muerte, el porcentaje atribuible al tabaco. Por ejemplo, sabemos que el tabaco es causa en el hombre del 91% de las víctimas por cáncer de pulmón. Por lo tanto, si fallecieron en 1998 un total de 14.000 varones por esa enfermedad, 13.000 lo fueron a causa del tabaco. Dado que hay muchas más enfermedades relacionadas con el hábito de fumar (cáncer de laringe y de vejiga urinaria, infarto, EPOC), llegamos a un total de 56.000 víctimas en 1998, dato aceptado por el Ministerio de Sanidad, siendo la proyección de mortalidad por tabaco para 2010 de más de 60.000 víctimas. La identificación del tabaco como causa de enfermedad y muerte evitable constituye una de las evidencias más claras de la investigación biomédica, y así lo señalan todos los organismos e instituciones nacionales e internacionales relacionados con la salud.

Es lamentable que todos los argumentos utilizados con tanta ingenuidad por parte de mucha gente coincidan, sin fisuras, con los argumentos que ha utilizado desde hace 50 años la industria nacional y multinacional del tabaco en foros económicos. Sin embargo, la industria tabacalera también ha intentado influir en los foros sanitarios, financiando estudios cautivos con los que, por fortuna, no ha conseguido engañar a nadie (o casi nadie). Y durante muchos años ha intentado mantener una ficticia controversia en foros de debate social, utilizando grupos pantalla como el Club de Fumadores por la Tolerancia, u otras estrategias más sutiles, fielmente descritas en los documentos internos de las multinacionales del tabaco. Documentos recientemente desclasificados por orden judicial en Estados Unidos, que cualquier ciudadano puede consultar a través de Internet. Finalmente, es la propia sociedad quien reacciona frente a los abusos de intereses que le son ajenos, en Europa y también en Estados Unidos. Para quienes todavía no lo saben, es preciso señalar que toda la legislación estadounidense para asegurar espacios libres de humo y para limitar tímidamente la publicidad ha partido de la iniciativa y continuada presión social, reflejada en normas municipales y de algunos estados, como California. Y se ha conseguido, a pesar de la voluntad del gobierno federal, cuyo anterior presidente, el señor Bush, ha tenido en las grandes multinacionales del tabaco sus más importantes patrocinadores electorales, junto a la industria armamentística. A ver qué hace Obama, si es que hará algo.

Miles de profesionales sanitarios y proyectos como Synergy intentan mitigar un daño cuando ya es demasiado tarde. En las salas de cualquier hospital hay decenas de pacientes graves debido al tabaco. Una simple visita al hospital más cercano nos permite comprobar la dura realidad y ponerle cara a las frías estadísticas.

¿Contra quién van las leyes que regulan la publicidad, los espacios libres de humo? ¿Contra las personas que fuman? Sí, pero sobre todo contra la industria del tabaco. El tabaco es nocivo. Es el único producto que, usado de acuerdo a las instrucciones del fabricante, mata a la mitad de quienes lo consumen. Pero esto no es lo más grave. Lo peor de todo es que el tabaco es la única sustancia altamente dañina para la salud humana de la que se puede hacer promoción, incluyendo la publicidad directa e indirecta, la práctica de patrocinio, el product placement y otras muchas estrategias de promoción encubierta. Cada día dejan de fumar muchas personas: unos, al fallecer precozmente por culpa del tabaco; otros, porque están preocupados por los efectos dañinos de este consumo. Debido a estas bajas continuadas, y para mantener su negocio en España, la industria tabacalera necesita captar cada día 480 nuevos clientes entre nuestros adolescentes. Pocos adultos empiezan hoy a fumar. Son los menores de edad, de 13 a 17 años, los que lo hacen, de forma muy irracional, identificando la experimentación con el tabaco con hacerse mayores. La publicidad refuerza este proceso y vincula el tabaco a los valores juveniles (atractivo sexual, práctica deportiva, rebeldía, éxito, sofisticación). La enorme inversión en publicidad y promoción de tabaco sólo se sostiene porque la industria tabacalera considera la promoción como un factor esencial para mantener su negocio. Y sabe, además, que cuanto antes atrape a sus clientes, mayor será su fidelidad como consumidores a largo plazo.

Hace falta regular los productos de tabaco, su comercio, su promoción, su venta y su consumo. Es preciso que el Estado garantice la defensa de bienes públicos como la salud de la población y la protección de la juventud frente a prácticas indecentes, propias del liberalismo más salvaje. Es necesaria una ley que regule estrictamente la publicidad, y que asegure un incremento significativo de los precios en España. No sólo porque lo marquen las directivas de la Unión Europea, sino porque ,en todos los países donde se han adoptado, estas medidas han conseguido una disminución del consumo de tabaco entre la población más joven. Los poderes públicos tienen el mandato constitucional de proteger la salud de la población, y especialmente la de los menores (artículos 39, 43, 51 de la Constitución). No podemos seguir dejando a los más jóvenes indefensos ante las campañas millonarias de promoción del tabaco. Hay que actuar con una regulación rigurosa y efectiva, similar a la de los países de nuestro entorno.

Es igualmente necesaria y urgente una ley que proteja a toda la población de los efectos nocivos de la exposición involuntaria al humo de tabaco. La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la OMS (IARC), junto a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), consideran el humo ambiental de tabaco un carcinógeno: uno de los agentes causales más importantes de cáncer en el ámbito laboral, por sus características tóxicas y por la gran proporción de personas a las que afecta cuando no existe una legislación adecuada.

Necesitamos progresos democráticos, basados en el respeto y escucha de todas las posiciones. Necesitamos progresos educativos, basados en la pedagogía activa, la experimentación y la búsqueda de la evidencia. Y también progresos en el ámbito de la atención a la salud. España fue, en 1935, el primer país europeo en adoptar, «por motivos de higiene», una ley de protección de la población frente al humo de tabaco en recintos cerrados dedicados a los espectáculos públicos (cines, teatros). El puntual cumplimiento de esta ley desde entonces nos debe ayudar a entender que es posible tomar medidas adecuadas de protección frente al humo del tabaco, y que estas medidas son, además, apreciadas y respetadas por la mayoría de la población, incluso por la mayoría de las personas que fuman.

Hay personas que siguen defendiendo al tabaco intentando revestir su opinión de credibilidad poniendo en duda lo que ya nadie, ni la propia industria del tabaco, puede negar. No es presentable continuar hablando de persecución y cruzada contra los fumadores o los restaurantes o los locales nocturnos, cuando lo que se plantea es precisamente la necesidad de protección de la población (especialmente la población trabajadora). No es presentable cuestionar la estimación epidemiológica sobre causas de mortalidad. Y, en muchos casos, da igual el volumen de muertes y de sufrimiento del que se trate: cualquier persona que ha visto sufrir y morir a un familiar por cáncer de pulmón, por enfisema pulmonar, por infarto de miocardio, por cáncer de boca, podría explicar las razones éticas y morales por las cuales nuestra sociedad no debe continuar tolerando que los intereses mercantiles de una minoría sean por más tiempo la causa del sufrimiento de los ciudadanos.

La realidad es dura, como son las muertes, pero es la que es, y esconderla, negarla o frivolizarla significa, sencillamente, contribuir al mantenimiento de una inútil controversia y retrasar todavía más la superación de la epidemia del tabaquismo. Mientras, en Synergy intentaremos entender un poco más de la fisiología afectada por esta epidemia.